miércoles, 28 de septiembre de 2016

El barco de esclavos. Una historia humana






Marcus Rediker*
Ediciones IMAGEN CONTEMPORÁNEA,
Casa de Altos Estudios Don Fernando Ortiz.
Universidad de La Habana, La Habana, Cuba, 2014.
419 págs.
Isbn: 978-959-293-023-0


Los estudios históricos acerca de la trata negrera, la esclavitud y el régimen de plantaciones se encuentran, hoy día, en pleno desarrollo. Excelentes investigaciones sobre los orígenes, duración, escala, flujos y las ganancias del comercio de esclavos han sido publicadas. Sin embargo, poco se ha indagado sobre el instrumento que facilitó la “revolución comercial” de Europa, la instauración de plantaciones e imperios globales, el desarrollo del capitalismo y, con el tiempo, su industrialización: el barco de esclavos. Esta obra es el resultado de una acuciosa y profunda investigación documental que nos acerca con mayor claridad a la realidad de la vida de los negros bajo cubierta, y nos ofrece análisis y reflexiones de las relaciones sociales imperantes a bordo del barco.

Profundiza en los protagonistas de estos acontecimientos. En fin, demuestra como el barco negrero “fue el eje de un sistema atlántico de capital y trabajo que crecía con rapidez que moldeó la sociedad moderna haciendo posible ese comercio que transformó el mundo entre los siglos XV y XIX y, cuya historia permanece desconocida en más de un sentido”.

*Marcus Rediker. Profesor Distinguido de Historia Atlántica en la Universidad de Pittsburg. Es autor también, entre otros, de: La hidra de la revolución; Marineros, esclavos y campesinos en la historia oculta del Atlántico (en coautoría con Peter Linebaugh) y The Amistad Rebellion: An Atlantic Odyssey of Slavery and Freedom.El barco de esclavos (The Slave Ship) obtuvo el George Washington Book Prize, el James A. Rawley Prize y el Merle Curti Book Award, lo que ha conllevado a su traducción en nueve idiomas.

martes, 27 de septiembre de 2016

La hija del Presidente





Por: Laura Ruiz Montes

Su padre Lysius Salomon, fue presidente de Haití de 1879 hasta 1888. El perfil de su madre figuró en el primer sello haitiano. Hija única, Ida Faubert (Gertrude Florentine Félicitée Ida) nació en Puerto Príncipe en 1882 y pasó su infancia en el palacio presidencial de su padre. En 1888, con el cese de las funciones del Jefe de Estado, toda la familia se exilia en París, donde estudia la joven Ida. En 1903, después de un primer matrimonio parisino, regresa a Puerto Príncipe donde contrae segundas nupcias y nace su hija Jacqueline, tempranamente fallecida y a quien la escritora dedica parte de su obra poética. En 1906 nace su hijo varón pero la maternidad no impide su brillo en la élite del momento ni su constante presencia en la alta sociedad haitiana. Su fulgor en la vida mundana es solo comparable con su afirmación en la vida literaria de la época, formando parte de la primera generación de poetas haitianas. Sus poemas inaugurales aparecen en 1912, en la revista Haïti littéraire et scientifique.

Su inadaptación al conservadurismo de clase y al universo machista de la nación caribeña, unido a lo que consideraba una estrechez de miras, la hacen buscar su libertad personal fuera de la Isla, regresando a París en 1914. Tras su divorcio, se instala en su nuevo apartamento de la rue Blomet donde también se encontraban los talleres de los surrealistas André Desnos y Juan Miró. El ambiente colmado de ritmos antillanos y el ímpetu de la vida artística e intelectual la impulsan a la apertura de su propio Salón Literario que es frecuentado cada jueves en la noche por Léon Laleau y Jean Price-Mars, junto a los franceses Jean Richepin y Jean Vignaud. Su cercanía a Anna de Noailles, le permiten acceder al mundo de las escritoras feministas y de las lesbianas de la Rive Gauche.

Textos suyos y referencias a su vida y obra son posibles de encontrar en Les annales politiques et littéraires, La Gazette de Paris, y en Le journal du peuple. En Italia también aparecen sus versos en la prensa literaria. En 1939, ve la luz su libro de poemas Coeurs des îles, por el que su autora recibe el premio Jacques Normand de la Société des Gens de Lettres.

Jean Price Mars en su Ensayo sobre la Cultura, las Artes  y la Literatura apuntó, refiriéndose a Ida Faubert: nos reveló la ternura envolvente de un alma herida por la vida, la dulzura  suave de una sensibilidad adolorida, la voluptuosidad  insatisfecha de una mujer que el Destino  lastimó y que se asemeja tanto a la Condesa de Noailles por  los mismos estremecimientos de un corazón innombrable.

En 1959 publica Sous le ciel Caraîbe, un conjunto de relatos que muestran la vida cotidiana haitiana. Vive en París hasta su muerte en 1969. Poeta del abandono y la melancolía. Su talento y misteriosa sensualidad, a la par que su  ímpetu como una de las primeras feministas haitianas aún permanecen prácticamente desconocidos para muchos lectores de habla hispana.


Del libro Cœur des îles (Corazón de las islas).

LOS VESTIDOS

Todos sus vestidos de encaje
Yacen ahí, frágiles, bajo mis dedos,
Siento, cuando los veo
Que mi dolor es inmortal.


De repente creo ver sus pupilas,
Y oigo el sonido de su voz...
Todos sus vestidos de encaje
Yacen ahí, frágiles, bajo mis dedos.


Aún conservan en sus pliegues rebeldes,
El perfume de antaño,
Y me estremezco cuando veo,
Siempre tan nuevos y bellos,
Todos sus vestidos de encaje.


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ALUCINACIÓN

                    A la Sra A.N

Mirando la habitación oscura
Que no iluminan ya sus grades ojos,
Creí ver los reflejos sedosos
De su cabellera sombría.


Volví a ver la línea pura
De su perfil maravilloso,
Mirando la habitación oscura
Que no iluminan ya sus grandes ojos.


Mas fue un sueño esta aventura,
Pues viaja usted bajo otros cielos;
Y mi corazón, triste del adiós,
Siente crecer el dolor que oprime
Mirando la habitación oscura.

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RONDEL


La frente oculta en tus rodillas,
Sollocé toda mi pena,
Oscurecía alrededor
Y la noche olía a verbena.


Mi corazón latía con golpes tristes
Comprendiendo su ternura vana;
La frente oculta en tus rodillas,
Sollocé toda mi pena.


Me decías palabras muy suaves,
Que yo apenas oía...
Reviviendo la hora lejana
De mis ansias descabelladas
La frente oculta en tus rodillas.



RONDEL


          A la Sra R. G.

Con sus ojos hechiceros
Cuya sombría belleza nos asedia
Usted tiene la gracia atrayente
Del más encantador cazador de pájaros


Usted se parece a las bellas flores
De países azules en los que todo embruja,
Con sus ojos hechiceros
Cuya sombría belleza nos asedia


Para calmar todos los dolores
Su voz se hace caricia,
Y la creen compasiva...
Cuando causa usted tantos males
Con sus ojos hechiceros.

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PASTEL

         
              A la Sra C.A.

Los cabellos suaves de un rubio cenizo
Y ese aire de pajecito,
Parecen ignorar los estragos
Que hacen su mohín adorado.


La nariz traviesa, la tez nacarada,
Los ojos venerados;
Los cabellos suaves de un rubio cenizo
Y ese aire de pajecito.


Con un lunar pintado, a su capricho,
Tendría el mismo rostro
Que esos delicados pasteles de antaño,
Si por ventura les hubieran empolvado
Los cabellos suaves de un rubio cenizo.


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Traducción de Guadalupe Vento Martínez a partir de los textos de Ida Faubert aparecidos en Anthologie secrète (Cœur des îles, Sous le soleil caraïbe et photographies.) Montréal: Mémoire d'encrier, 2007.

lunes, 12 de septiembre de 2016

Raspar la superficie




Por: Zaida Capote Cruz [1]

Quiero compartir con ustedes el entusiasmo que me ha provocado este libro de Laura. En primer lugar, un entusiasmo tremendo para seguir trabajando, para apoyar de algún modo no solo la difusión de este libro, sino de los libros de los que este libro trata. Para ocupar algún tiempo en traducir aunque sea un fragmento de alguna de las novelas estudiadas aquí, para seguir discutiendo las condiciones de la cultura caribeña, para seguir, en fin, leyendo a Laura Ruiz, que es siempre una fiesta de la inteligencia y el corazón.

Para empezar por el principio, hablemos del título: este libro se llama A la entrada y a la salida. Un título enigmático, es cierto, pero solo hasta que se lee uno de los epígrafes que lo presentan: “Los negros, cuando no la hacen a la entrada, la hacen a la salida”. Ese es uno de los gustos que me da leer a Laura, que usa todos los registros, lo que sirva (así, por ejemplo, se refiere a la labor de la crítica como el gesto de “raspar la superficie”), lo que sirva mejor para expresarse, para declararse. Pues bien, el título deja de ser enigma para afirmarse, algo así como “negro y bien”, “negro y qué” —algo, que, permítanme la digresión— siempre me parece mejor que la limpieza de lo negro, limpieza involuntaria quizás, a lo mejor prejuicio mío, que no puedo evitar percibir en el término “afrodescendiente”, tan al día: ser negro no es solo una condición racial, es una condición histórica, es una condición cultural (claro, ser afrodescendiente también, me dirán), pero la lengua, como la gente, tiene una historia, que no se ha ido acumulando por gusto, y hacer a un lado la herencia de lo negro, obviarlo con un término más aséptico, si se quiere, no me parece el mejor modo de asumir la lucha; pero en fin, en nuestras sociedades caribeñas, yo, lo mismo que Laura, soy blanca, así que quizás no tenga (siempre habrá quien lo diga) derecho a opinar sobre este tema. De todos modos, Laura afirma ese derecho de hablar del Caribe como quiere, y en ese asumir que el Caribe nos pertenece hay otra amplitud, otra ambición. No puedo evitar aquí recordar las descalificaciones de Gastón Baquero y Cintio Vitier a Virgilio Piñera por su La isla en peso (1943). Baquero acusaba a Piñera de acudir a desdichadas “martiniquerías”, y Vitier, negado a reconocer que el Caribe no es solo un sitio geográfico, se refería a la visión piñeriana de Cuba como la de “una atroz Antilla cualquiera”. Ambas visiones, despectivas, sobre el Caribe desdicen lo que, por esos mismos años, armaba Alejo Carpentier con su magnífica El reino de este mundo. En fin, espero que puedan perdonar la digresión, que no será la última.

El libro de Laura está más cerca de una visión integradora, claro está, pero en él Cuba solo aparece como un espacio huérfano de remediar su propia avidez, una avidez que Laura estimula con su magnífica lectura de algunas novelas de autores caribeños. Su objetivo, declara, es “conjurar la dispersión de nuestras letras”, respondiéndole así, muchos años después a Baquero y Vitier. Como bien decía Fernando Ortiz, para ser cubanos es imprescindible “la voluntad de quererlo ser” y este libro propone una voluntad de ser caribeño, de incorporar, devorar, deglutir y comprender el Caribe que va mucho más allá de tratados y congresos. Por eso les decía antes que me entusiasmaba para trabajar, porque ese es uno de los reclamos de Laura, hay que trabajar para traer más del Caribe a Cuba.

El estudio de novelas de Simone Schwartz-Bart, Jacques Roumain (la inolvidable Gobernadores del rocío), Lyonel Trouillot y Gisèle Pineau [2] se abre con una convocatoria a asumir el deber de recordar (devoir de mémoire), único modo de restituir su lugar a tantas víctimas de la violencia histórica. Asumiendo como suyo ese deber, esa obligación, más bien, Laura va recorriendo y armando al mismo tiempo una galería de mujeres útiles —como alguien dijera de las semblanzas que hiciera Avellaneda, por contraposición a los hombres útiles de Bachiller— con la que dibuja las variaciones y modelos de los personajes femeninos más notables de esas novelas. Una de sus quejas más frecuentes, y de sus propuestas más atendibles, está en la necesidad de traducirlas y publicarlas en nuestro país, donde solo una ha sido publicada.

Curanderas y profetisas, guardianas del hogar, liberadas del destino maternal prescrito como único destino, las mujeres deshacen el mundo y lo dejan listo para rehacerse, como los ciclones, que tanto han servido para explicar y representar lo caribeño. Las rutas elegidas, muchas veces, conducen al ejercicio de la sororidad, esa hermandad femenina que bien podría traducirse como solidaridad entre mujeres, complicidad, en fin, y que ha sido descrita como fundamental para emprender cualquier transformación. La sororidad provee a las heroínas de las novelas caribeñas de un asidero firme del que agarrarse cuando el ciclón azote o la vida se haga difícil (casi todo el tiempo, por lo demás); y Laura acude a ese concepto acuñado por la práctica feminista —como el affidamento de las italianas— para explicar las relaciones de apoyo y rebeldía compartida, tan esenciales para la liberación femenina.

Las heroínas de estas novelas también aparecen como fuente de una dimensión histórica colectiva, como representación de la nación. Las madres que suplen la muerte o la ausencia de sus hijos convocando a la acción y a la transformación. Con leves alusiones a la  construcción matrilineal de las familias caribeñas, asediadas por la violencia, la pobreza o la emigración, Laura explica la representación de lo nacional en el cuerpo femenino como una constante en estas literaturas. La ilusión de un destino nacional vigoroso parece deshacerse parcialmente en la madre de Bicentenario y se rompe, se desgarra y no anuncia su recomposición en grandes discursos en Teresa en mil pedazos, donde un diario femenino sustituye el relato nacional. El destino de esa mujer múltiple, inasible y por eso mismo libre; Teresa, lo compara Laura al de la protagonista de ese clásico que es El ancho mar de los sargazos. Ya sabemos cuántas locas pululan  en las ficciones del Caribe, y a propósito, quisiera recordar otro concepto, esta vez del psicoanálisis feminista que puede llegar a ser muy productivo. Una psicoanalista argentina Emilce Dío Bleichmar, hablaba del “feminismo espontáneo de la histeria”. La histérica, argumentaba, es una mujer incontrolable, que se niega a la estabilidad y elude, por tanto, el control patriarcal. Ese concepto puede servirnos para explicar no solo el destino terrible de la protagonista de Rhys, sino también para cruzarlo, en la lectura de obras de la región, con otras especificidades del Caribe, como la condición colonial. Laura hace lecturas productivas (en el sentido kristeviano, claro está, de productividad de sentido) de todas las novelas abordadas, e incluso confiesa sus limitaciones, sus imposibilidades: como ocurre con la difícil traducción de un término antiguo; en la novela de Gisèle Pineau Mis cuatro mujeres, donde varias generaciones comparten sus recuerdos, sus añoranzas, sus ilusiones y sus historias de vida en un espacio común, una geôle noire cuyo sentido Laura explora en varias direcciones, sin decidirse por ninguna, lo que enriquece y complejiza nuestra lectura. En la jaula, las cuatro mujeres exploran, ponen en escena, dice Laura, “el mundo como relación”. Es ese entender el mundo como relación, quizás, la enseñanza más clara de vivir en una encrucijada como el Caribe. La ambición de aprender, la ambición de explicar, la disposición a la errancia, a la mutación, al cambio, hacen posible no solo el apasionado intercambio que estas mujeres hacen de desdichas e historias comunes, sino también el interés que este libro manifiesta por indagar un mundo literario solo en apariencia ajeno.

Laura nos invita con sus lecturas inteligentes y comprometidas a seguir pensando el Caribe como parte propia, a sentirlo en carne propia, mas bien, y a trabajar entusiasmados, como decía al comienzo, por alentar la traducción y difusión de estas novelas, cuya relevancia aprendimos leyendo a Laura, hurgando con ella en esas historias ajenas pero tan entrañables, acompañando con ella a estas mujeres fuertes, magulladas o divididas, pero siempre en la lucha. Creo que este libro nos obliga a trabajar por difundir estas novelas tan bien leídas e interrogadas aquí, en este libro, por Laura Ruiz Montes.

[1] Zaida Capote Cruz: Investigadora, ensayista, crítica. Especialista en Estudios de la Mujer por El Colegio de México y doctora en Ciencias Filológicas por la Universidad de La Habana. Coautora del blog: https://asambleafeminista.wordpress.com
[2] Las novelas estudiadas son: de Gisèle Pineau, La grande drive des esprits (1993), L’exil selon Julia (1996) y Mes quatre femmes (2007); de Simone Schwarz-Bart, Pluie et vent sur Telumée Miracle (1972); de Lyonel Trouillot, Bicentenaire (2004) y Thérèse en mille morceaux (2000). También Gobernadores del rocío, de Jacques Roumain, y El vasto mar de los sargazos, de Jean Rhys, ambas editadas en Cuba por Casa de las Américas.

lunes, 5 de septiembre de 2016

A la entrada y a la salida



Por Yamila Gordillo Rodríguez[1]

A la entrada y a la salida es un libro que sitúa al lector frente a la literatura del Caribe francófono. Laura Ruiz Montes expone que la intención de su escritura es la de “despertar sospechas”, y aunque su desconfianza viene por otra parte, hay otros recelos que imponen la auto-mirada, y es la extrañeza de que los habitantes del área geografía del Caribe, en nuestro caso Cuba, nos sentimos latinoamericanos, pero no existe una conciencia de ser antillanos,  de ser caribeños.

La propia geografía insular ha impuesto fronteras físicas inexactas, donde la diversidad de historias nacionales, pluralidad lingüística, diferencias etnológicas e indistintos modelos socio-políticos y económicos, han fragmentado la historia común que nos une como Cultura Caribeña: conectada por factores históricos, “tales como las exploraciones y conquistas derivadas del expansionismo europeo, el impacto de la economía atlántica en el desarrollo del capitalismo, las consecuencias de la rivalidad militar y comercial de los imperios europeos, el contrabando y la piratería, el desarrollo de la economía de plantación, los efectos de la colonización de África y la importación de esclavos africanos, la contratación de mano de obra asiática, la influencia del pensamiento europeo en las luchas civiles y armadas por la independencia, la influencia política y cultural de los Estados Unidos, y otros”.[2] A los que Laura ha sumado la presencia de los huracanes, ciclones y terremotos, fenómenos atmosféricos que han marcado la vida de los pueblos del Caribe.

La autora se inserta en los estudios del discurso caribeño, los que en nuestro país cuentan con pocos nombres, aunque existen esfuerzos por parte de instituciones nacionales para acortar estas distancias, desde la Casa de las Américas, la Casa del Caribe, Instituto Cubano del Libro; sin embargo, quedan rezagadas las instituciones docentes, pues, son nulos o escasos los estudios sobre esta región, salvo en algunas carreras de Letras y Humanidades.

El libro recoge cinco textos que se contextualizan en diferentes períodos  históricos y literarios de este Caribe francófono.

Ciclones, mujeres y resistencia se centra en el análisis de los personajes femeninos negros de Guadalupe, en la novela La Grande drive des esprits, (en versión al español, Una antigua maldición, 1997) de la escritora Gisèle Pineau (nacida en Francia, 1956, de padres guadalupeños).

En el abordaje se deconstruye la institución familiar caribeña en el transcurrir de cinco generaciones, donde los personajes femeninos se comportan sujetos a puntuales condicionamientos sociales, jugando un rol como epicentro que no siempre pueden eludir, inevitables como la existencia de los fenómenos atmosféricos y sus consecuencias. Por tanto, el cataclismo socio-cultural al que se alude, se ha analogado con el paso de huracanes y ciclones. El sistema de personajes mujeres, no solo exponen las contradicciones del universo femenino, sino las relaciones con el poder falocentrista que las esgrime y les precisa un proceder.

Otro comportamiento femenino que se analiza en estas páginas, es la mujer en el rol de madre; ahora en el texto La madre del héroe, desde el método comparativo entre dos novelas haitianas, Gobernadores de Rocío, 1944 de Jacques Roumain, y Bicentenario, 2004, de Lyonel Trouillot, distantes en el tiempo, pero anudadas por el sentimiento de pérdida del hijo para ambas protagonistas. Aquí asistimos al análisis de la categoría de héroe, pero más allá de todo ese aparato ideológico legitimador, Laura impone y erige la figura de la madre del héroe, en la responsabilidad que adquiere desde la espera, desde el sostenimiento de una verdad histórica que la desplaza del espacio doméstico al macro espacio histórico que la convierte en madre de la nación.  

También es tratada la novela Teresa en mil pedazos del ya citado autor haitiano Lyonel Trouillot, donde ha escogido como recurso literario la utilización del diario. En este ensayo De la pasividad ideológica a la explosión de la bomba, se disciernen cuestiones asociadas ya no solo a la condición marginal de la mujer en el espacio doméstico y privado, sino a una doblez mayor en el micro-universo que se recrea en la escritura del diario, donde Teresa va conformando su identidad personal, junto a la identidad de una nación haitiana fragmentada y disfuncional. En este texto se hace evidente el uso de la intratextualidad, por las comparaciones que se realizan con textos de la literatura universal, leyendas africanas y mitos occidentales, así como el dominio del corpus teórico de los estudios del caribe, del sujeto femenino, de la identidad,  con niveles de actualización en la contemporaneidad.

No falta en este libro, el tratamiento del tema del exilio, el fenómeno de la diáspora,  la noción del adentro y el afuera, tan común para el Caribe. Se aborda en el rol de la abuela, guía espiritual de la familia y responsable de la salvaguarda de la herencia histórica, cultural  y lingüística de la nación caribeña. Específicamente en las novelas Lluvia y viento sobre Telumeé Milagro  de Simone Schwarz-Bart y en El exilio según Julia y en Mis cuatro mujeres de Gisele Pineau, escritoras que imbrican sus experiencias vívidas –indistintas– desde la condición de emigrantes.

A la entrada y a la salida, es un excelente libro que se inscribe en el discurso actual de los estudios del Caribe, un libro que nos permite repensar y reinscribir nuevas nociones en la memoria cultural caribeña.

Agradecemos a Laura este interés convertido en obsesión, no solo por el conocimiento de la historia y literatura del Caribe, sino por la labor que ha realizado en el campo lingüístico, en el acercamiento a la lengua francesa con los requerimientos que implica la traducción literaria. Ojala continúen estas investigaciones que ella llama “aproximaciones”; y que otros textos estén por aparecen, para seguir recordando que A la entrada y a la salida, somos caribeños.

[1] Yamila Gordillo Rodríguez: Museóloga, curadora, profesora, investigadora y ensayista. Licenciada en Letras por la Universidad Central de Las Villas. Textos suyos sobre artes visuales, literatura y teatro han sido publicados en publicaciones periódicas cubanas y foráneas.
[1]Ver Antonio Benítez Rojo: “Nueva Atlántica”, Rev. Atlántida de las Artes,  Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM), Palmas de Gran Canarias, número 18, Otoño 1994.