Por:
Laura
Ruiz Montes
Con
seguridad no hubo exigencia a priori entre El
cuerpo de Nora. Ensayo escénico sobre las emociones y la carne, el aun work in progress generado y dirigido por
Alessandra Santiesteban y Karina Pino Gallardo, y el nombre de la calle donde
este transcurre. Con seguridad, la conceptualización punzante no guarda
relación con la calle Espada, donde, en D’Nasco Studio, acaba de ocurrir el opening de este proyecto.
El cuerpo de Nora,
ensayo escénico sobre las emociones y la carne, reclama para sí el apelativo
de “acción para empoderar el cuerpo”, sin embargo es obvio que todo va más
allá. Se trata de una mise en scène
de la fragilidad de los cuerpos femeninos y de las muchas y diferentes
microviolencias a las que estos están sometidos.
Con
un criterio de selección interrelacionante es posible encontrar en la propuesta
ejercicios performáticos, instalaciones, interferencias, contaminaciones y
elocuentes silencios. A partir de textos de escritura colectiva -donde se
mezclan intertextualidad, palabras y gestos- presenciamos el horror de las
vacas fecundas y torturadas, la reduplicación de la arcada de la anoréxica y las
masas disformes del cuerpo voluminoso, envueltas en una inquietud casi
pornográfica, casi dolorosa y casi real. Pero sobre todo asistimos a la sempiterna
fragmentación del cuerpo femenino, de un cuerpo que es el nuestro. Sin duda
alguna, intentando reconstruir historias a la manera de un escenario de
postguerra, a ratos precario pero exuberante en sus significados, la puesta se
erige en nueva plataforma generadora de subjetividades.
El
espejo donde no es posible que los asistentes/espectadores se miren pero donde
sí es posible adivinarse, no falta entre esas cuatro paredes. La piscina
inflable cuya agua no es la de Heráclito –porque no existe un tragante por
donde escape lo tóxico ni un grifo por donde brote el líquido a la mañana
siguiente– asume su relectura dialéctica manteniendo intacto el “preciado
líquido” pero sugiriendo que los cambios donde ocurren es en el cuerpo femenino
que cada noche entrará al agua, a ratos vivo, a ratos cadáver. Es decir:
tampoco aquí el cuerpo se baña dos veces en el mismo río, aunque pudiera
parecerlo.
Los
asistentes recogen brazos, cabezas y piernas de un maniquí que le son
entregados para que luego los depositen sobre una camilla y creen una nueva representación,
más “cubista”, en el doble sentido del término (si fuera permitido). De ese
modo, el cuerpo recién creado carga con la imaginería de una perspectiva doble
o múltiple como en la vanguardia del cubismo y también con una “cubanía”, otra,
que interpela desde el sujeto femenino, con sus cortes verticales y
horizontales.
La
práctica artística de la cual podemos participar y formar parte de… genera
códigos propios que se convierten en EL mensaje. En la noche del 16 de febrero,
mientras se desarrollaban el performance, los diálogos y demases, un grupo de
hombres jóvenes, detenidos en medio de la casona antigua de habitaciones
corridas, no tuvo el menor reparo en cuchichear, intercambiar aplicaciones de
celulares, hacer uso del poder que durante siglos han esgrimido. Las actrices
que no lo son pero a la vez sí, las directoras que no lo son pero a la vez sí y
el público que lo era pero a la vez no -porque toda aquello se convierte en
algo muy personal- miraron con disgusto y desencanto la acción Alfa que ocurría
en el mismo centro de la (a)puesta. ¿Es
posible acaso, me pregunté entonces, que la impertinencia fuera casi “oportuna”?
¿Es posible que un ejemplo pudiera ser tan contundente, tan ubicado en
contexto? Parecía, como quien dice, “caído del cielo”. Sin saberlo, los hombres
jóvenes concedieron mayor relevancia al entramado de El cuerpo de Nora… Fue posible asistir a una de las tantas
microviolencias ejercidas sobre las mujeres, ahora sobre su capacidad de representación
artística y política. Violencia desplegada justo allí, en el espacio público,
ante todos los ojos, como cara oscura del activismo al que el resto asistíamos.
Cuerpo es aquello que
no puede más, dice Nora mientras come su tirilla de lechuga en una piscina
blanquecina...
Y hay en la intención estética y ética una suerte de narrativa de casos que no
agota el caudal de lo mostrable y denunciable en el espacio público y en el
privado. Y hay, también, una especie de inventario de cuerpos no modélicos,
conformadores de una hagiografía colectiva que se hace acompañar de objetos que
en ocasiones mantienen su carácter primigenio pero en otras adquieren nuevos
significados, más metafóricos si se quiere, pero perfectamente articulados
dentro del proyecto teatral instalativo.
Esta
obra es colectiva desde su gestación. De esta manera, es bienvenida la
participación de Luna Acosta, artista visual colombiana, con su proyecto
“Estrategias para recuperar el cuerpo propio”.
En él un grupo de conceptos teóricos se trasmuta en propósito artístico.
En la vieja casa de la calle Espada, en “el cuarto de atrás”, un grupo de
mujeres cose, remienda con hilo rojo varias ropas usadas que luego cuelgan en
tendederas y es entonces cuando pueden leerse las inscripciones bordadas que,
como cicatrices, dan cuenta de las heridas. Es posible sentarse junto a estas
mujeres, coser a su lado, hilvanar el diálogo, desenredar la madeja, sumarse al
acto participativo que se convierte en contestación social mientras, en sordina,
se escuchan testimonios reales de mujeres violentadas. Todo lo relatado, en
conjunto, funda en la calle Espada una comunidad que al decir de Jean-Luc Nancy,
“comparte el mundo desde una co-implicación de la existencia.”[1]
Hay
coincidencias que no son tales. Mientras Alessandra Santiesteban y Karina Pino
Gallardo estrenan El cuerpo de Nora.
Ensayo escénico sobre las emociones y la carne, a la mañana siguiente la
multinacional Tele Sur, trasmite una contundente y desgarradora entrevista con
Asha Ismail, donde se desviste a la mutilación genital femenina de su ropaje
religioso y se encara el machismo. En la Feria Internacional del Libro de La
Habana es presentada la antología Sombras
nada más. 36 escritoras cubanas contra la violencia hacia la mujer,
compilada por Laidi Fernández de Juan, a partir de una idea original de Marilyn
Bobes, publicada por Ediciones Unión. Dicha antología contó con las palabras de
presentación de la investigadora Zaida Capote quien, sagaz y lúcidamente, llamó
la atención sobre “La violencia [que] es real, y a menudo mata; y antes de
matar, ocasiona mucho dolor y genera tristeza, infelicidad y desazón continuas”[2],
a la par que contextualizaba el fenómeno en el paisaje actual cubano.
Dos días después leo en la red[3] que Marilyn Solaya se enfrasca en un nuevo proyecto cinematográfico para visibilizar las historias de sufragistas y feministas, que exigieron el derecho al voto en Cuba durante las primeras décadas del siglo XX. La película se llamará Todas y tiene como referente más cercano el libro En busca de un espacio. Historia de mujeres en Cuba, del historiador Julio César González Pagés. La guionista ha expresado que el audiovisual presentará a “mujeres gordas, maduras, negras y muchas más que reflejan la diversidad”.
En la noche del 16 de febrero tras abandonar la casa de la calle Espada, donde habíamos asistido al segundo día de El cuerpo de Nora. Ensayo escénico sobre las emociones y la carne, Beatriz Montaña y yo, hablando de estos y otros temas, logramos subirnos a uno de los almendrones habaneros. Una calle antes de nuestra parada, el chofer se detuvo para que dos mujeres bajaran. Cuando les dio el cambio correspondiente a lo que ellas habían pagado, se volvió hacia nosotras y visiblemente agresivo preguntó: “¿De cuánto es el billete de ustedes? Porque yo no voy a meterme la mano en el bolsillo otra vez”. Por suerte, teníamos el dinero exacto. Aun me pregunto qué hubiera sucedido de no haber sido así.
Dos días después leo en la red[3] que Marilyn Solaya se enfrasca en un nuevo proyecto cinematográfico para visibilizar las historias de sufragistas y feministas, que exigieron el derecho al voto en Cuba durante las primeras décadas del siglo XX. La película se llamará Todas y tiene como referente más cercano el libro En busca de un espacio. Historia de mujeres en Cuba, del historiador Julio César González Pagés. La guionista ha expresado que el audiovisual presentará a “mujeres gordas, maduras, negras y muchas más que reflejan la diversidad”.
En la noche del 16 de febrero tras abandonar la casa de la calle Espada, donde habíamos asistido al segundo día de El cuerpo de Nora. Ensayo escénico sobre las emociones y la carne, Beatriz Montaña y yo, hablando de estos y otros temas, logramos subirnos a uno de los almendrones habaneros. Una calle antes de nuestra parada, el chofer se detuvo para que dos mujeres bajaran. Cuando les dio el cambio correspondiente a lo que ellas habían pagado, se volvió hacia nosotras y visiblemente agresivo preguntó: “¿De cuánto es el billete de ustedes? Porque yo no voy a meterme la mano en el bolsillo otra vez”. Por suerte, teníamos el dinero exacto. Aun me pregunto qué hubiera sucedido de no haber sido así.
NOTAS
[1] Jean-Luc Nancy, citado y
parafraseado por Suzana Milevska en “El arte participativo: Un cambio de
paradigma, de los objetos a los sujetos”, aparecido en E-zine de Pensamiento Cultural Europeo. Centro Cultural Criterios,
La Habana, 2014.
[2] Estas palabras pueden ser leídas
íntegramente en https://asambleafeminista.wordpress.com/2017/01/30/36-escritoras-cubanas-contra-la-violencia-hacia-la-mujer/
[3] La información íntegra aparece en
https://redmasculinidades.blogspot.com/cubanas sufragistas en nuevo filme de
Marilyn Solaya/
Gracias, Laura Ruiz, por hablarnos de El cuerpo de Nora. No estando en Cuba no la puedo ver. Pero estoy leyendo ahora Sombras nada mas, antologia que recoge 36 cuentos de igual número de autoras cubanas y ese importante prefacio de Zaida Capote. Me duele que, a más de medio siglo de una revolución que se declara de todos y para todos, aun la violencia cotidiana a las mujeres sigue siendo un tema hablado a media voz, silenciado por muchos, que apenas empieza a salir de la sombra. No puede haber libertad real sin que la haya para todos y todas. Saludo emocionada a obras y libros que, con profundidad y pasión, llaman la atención sobre esta terrible realidad.
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